En otra ciudad algo como lo que vais a leer ahora parecería un reproche, un toque de atención, una queja. Pero esto es Cartagena, y yo soy producto de Los Mateos/Cuesta Blanca por parte de madre y del Lago por parte de padre, así que es todo lo contrario; un ataque de orgullo. Y como tenemos pocas ocasiones de serlo, hoy toca.
El cartagenero siempre ha tenido pocas cosas de las que sentirse orgulloso, fuera de las murallas. Casi siempre ha sido pura autodefensa, por naturaleza; no muy diferente de ciudades como Marsella, o Nápoles. Si habéis estado allí sabéis de lo que hablo, os habréis sentido como en casa; Nápoles es Cartagena en su máximo exponente. Pero ayer, nos sentimos orgullosos de ser cartageneros, por algo tan estúpido como el fútbol. Somos cabezones, peleones y orgullosos, llevamos en la sangre pelearnos entre nosotros mismos; nuestra propias fiestas hablan de batallas, hasta unos que pierden siempre se siente orgullosos de hacerlo. Hoy, no ha cambiado mucho, somos así. Peleamos solos…yo sin ir mas lejos llevo desde ayer discutiendo con mis propios compañeros…y justo esto me ha llevado a ponerme a escribir sin pensar.
Pero el fútbol desde el ascenso nos está dando una oportunidad de dejar salir ese orgullo tapado, y tal vez por eso nos duele tanto y somos tan excesivos. Casi todos hemos heredado el blanquinegro de tiempos peores, casi siempre ha sido sufrir, y aún así arrastramos a nuestros hijos al campo; ayer, el mío, me dijo que nunca había visto a su equipo jugar así; y por primera vez, me dijo “gracias”. Siempre me sentí un poco culpable de hacerlo sufrir lo que yo he sufrido con esta herencia. Tal vez, ayer en 45 minutos esto cambió, o no, y tal vez eso sea lo mejor.
Hoy, hasta seguimos discutiendo entre nosotros, pero me doy cuenta de que eso es lo que no va a cambiar, esto es Cartagena. No hemos pisado primera (igual no nos hace falta, la verdad), hemos tragado de todo, pero somos cartageneros, y lo mismo pasamos de mandar a tomar por culo al de al lado que a abrazarlo. Doy fe.
No me alargo más, no es un artículo sesudo y madurado de los míos; es solo un consejo, que vosotros, como buenos cartageneros, os pasaréis por el forro del cantil. Disfrutemos de lo que tenemos a lo cartagenero, que no sabemos hacerlo de otra forma. Eso ya no va a cambiar; pero el sufrir por disfrutar, sí. Ayer vi hacerlo en el campo a los míos. Y estoy seguro que desde fuera y desde la TV, se nos ve de otra forma, una que seguro que no son capaces de entender.
Y ahora ¿a quién le apetece discutir un rato?