El fútbol es ese deporte en el que hoy eres el muro de Europa y mañana te están silbando porque echas un balón atrás o no te entra ninguno de los dos disparos a puerta que haces en un partido. Si algo me ha enseñado el estar tanto tiempo alejado del mundanal ruido es a valorar todo de otro modo. A darme cuenta de que magnificamos demasiado ciertas cosas y de que no le damos valor a otras tantas infinitamente más importantes.
Curiosamente, y retornando al fútbol, podemos observar que se trata siempre de lo mismo. En todas las categorías además; rachas. Está claro que un equipo puede estar mejor o peor confeccionado pero, por muy bien planificado que esté, seguirá habiendo rachas. Llegarán los malos resultados y es ahí donde está la diferencia. En cómo el entorno es capaz de sobrellevar ese periodo. En si somos capaces de hacerlo más llevadero (y por lo tanto más corto) o nos volvemos locos y empezamos a echar improperios por la boca, los dedos (para los amantes de las redes sociales) o vaya usted a saber por dónde.
No aparecen tanto ahora en redes sociales los famosos quemasangres. Esas personas cargadas de energía negativa que siempre tienen un pero, una alternativa porque las cosas están mal hechas y ellos, por supuesto, en su vida lo hacen todo perfecto y son gentes de un éxito abrumador.
Cada día que pasa, supongo que será la edad o qué sé yo, me apetece menos entrar a las redes sociales porque siento que fluyo en otra dirección, que no encajo. Me sucede igual con la televisión, en este caso es pánico lo que siento al ver en lo que nos estamos convirtiendo. Estaré especialmente sensible, supongo, pero es una sensación extraña la de percibir que cada vez encajas menos en una sociedad en la que se pierden a una velocidad espeluznante valores tan esenciales como la tolerancia y el respeto hacia los demás. Incluso el respeto a la propia vida se ha perdido, es de locos.
Estas y muchas otras tonterías son las que me hacen perder cada día que pasa un poquito más la esperanza de un progreso en el sentido correcto, creo, y cada día me reafirmo más en mi teoría, que avanzamos en la dirección equivocada y que cuando nos queramos dar cuenta la habremos liado tan gorda que va a ser tarde para reaccionar. Mientras tanto los que nos gobiernan siguen frotándose las manos con nuestra desunión. Es el caldo de cultivo perfecto para que sigamos “entretenidos” mientras ellos siguen llevándoselos y riéndose de nosotros en nuestra puta cara.
Pero bueno, hoy juega el Barsa, mañana el Madrid y el domingo el Cartagena. Todo va bien.