Dice la teoría deportiva, y en la práctica se demuestra, que aquellos que cuentan con la suerte de la juventud, alcanzan con mayor rapidez el estado físico idóneo para competir. A los más veteranos, en cambio, les cuesta más arrancar, ponerse a tono es un proceso que les lleva más tiempo.
No es de extrañar, en agosto o septiembre, que el Ansu Fati o el Vinicius de turno nos impresione y le adjudiquemos el balón de oro en la jornada 5. Y está bien que así sea, el fútbol es ilusión. Yo achaco a esta teoría, por ejemplo, el gran comienzo de la Real B, con todos los jugadores a tope desde el primer día, sin restar méritos al trabajo de los de Xabi Alonso, que por cierto, vaya lujo tener a un campeón del mundo en el césped del Cartagonova, disfrutemos de esas pequeñas cosas, por favor.
Es lo que yo llamo los hastati del fútbol. Sin ser yo un experto en historia, los hastati eran esa primera línea del ejército romano, los luchadores más jóvenes y voluntariosos (perdonadme los historiadores).
Pero cuando la cosa avanzaba y se ponía sería, después de la participación de los príncipes que componían la segunda línea, entraban en acción los triari (o triarii que sería el plural correcto en latín). Éstos eran los veteranos curtidos en mil batallas, quizá más lentos, quizá con menos reflejos, pero firmes, seguros, de los que no dan un paso en falso nunca, y te llevan a la victoria.
De éstos últimos está llena la plantilla del Cartagena. El Efesé de los triarii, del cónsul RC y sus generales Gallar, de Blasis y compañía, reforzados a última hora con un emperador llegado del lejano oriente, y un Rey africano de más allá de Numidia. Y con este ejército voy a la guerra contra quien sea.
Así que paciencia. Aunque ya se estén consiguiendo resultados, este equipo va a ir a más. La albinegra va a estar bien defendida. Cartagena nunca se rinde.