“El final es el principio, y el principio es el final” es el eslogan de una de las series más exitosas de los últimos tiempos a nivel mundial: Dark. En esta ficción alemana, se hace referencia a que todo es un bucle infinito que se repite en el tiempo eternamente, de forma que se llega a dudar sobre cuál es el origen y final de los acontecimientos, puesto que éstos podrían estar repitiéndose durante la eternidad. Además, uno de los mayores atractivos de esta serie, es la capacidad de burlar el espacio-tiempo, pudiendo viajar a décadas pasadas y al futuro. Y sin embargo, seguir viviendo con tus mismos pensamientos, tu mismo cuerpo e imagen, sin envejecer. Un viaje en el tiempo en toda regla, vaya.
Como si de una ficción se tratara, más de un aficionado del Cartagena creyó sentir al término del partido de Tenerife que había sido dotado de ese superpoder, y pudiera ser capaz de viajar en el tiempo. Más concretamente, al año 2012, el año del descenso. Como si hubiéramos cerrado los ojos, y el calendario hubiera retrocedido nueve años. Como si nosotros siguiéramos aquí y ahora, pero todo lo de alrededor hubiera cambiado. E inmediatamente después, con la capacidad que nos da este superpoder de atravesar un portal que nos lleve al futuro, de repente nos hemos encontrado una década después, en el año 2022, pasando frío en el Cartagonova -mascarilla mediante- mientras el filial de turno nos pinta la cara en la nueva mal nombrada “Primera RFEF”.
Evidentemente, la idea de la ficción fue brillante, y se convirtió en todo un éxito. Pero la ficción es solo eso: ficción. Por muy parecidas que fueran las sensaciones: no, no podemos hacer viajes en el tiempo, ni anticipar un final que por instantes se nos antoja cruelmente inevitable. El futuro nos pertenece, y como en casi todas las facetas de la vida, tenemos la maravillosa capacidad de cambiar nuestro destino con cada una de las pequeñas decisiones que tomamos.
Decisiones que esta vez no están en nuestras manos, por supuesto. Unas decisiones que deben tomar la “ByB” para evitar que este barco a la deriva no se despeñe por el acantilado que sentimos tan próximo. Es una obviedad que estos dos murcianos son los mejores gestores que ha tenido club, al igual que lo es afirmar que no, no son la mejor comisión deportiva de la historia del club. Porque para ello deberíamos quedarnos a menos de seis puntos del ascenso directo a Primera División como ocurrió en la temporada 2009/2010, y por el contrario no haber calcado los números de la primera vuelta de la temporada que nos condenó al descenso, con una planificación deportiva igualmente nefasta.
Parece ilógico hacer esas declaraciones que pecan de soberbia justo en el momento de la mayor crisis deportiva desde su llegada a Cartagena, como también parece ilógico que se aproveche el único gran borrón en cuanto a planificación deportiva para intentar dinamitar lo que tantos años nos ha costado conseguir: estabilidad económica e institucional. El fútbol no tiene memoria, pero los seres humanos sí que deberíamos tenerla. Por justicia y agradecimiento.
Podría escribir hojas enumerando los errores deportivos que se han cometido, desde la confección de la plantilla basada en la “teoría de la manta corta”, haciendo un desembolso descompensado en el ataque y dejando destapada la zona defensiva, la superpoblación improductiva en el centro del campo, la mala gestión de un extenso vestuario, la reincidencia de los dos entrenadores en insistir en un sistema que no funciona, o la desgana y poca profesionalidad de ciertos jugadores. Supongo que en el contrato que les pusieron por delante para firmar a los que en su momento nos parecían buenos jugadores, no había ninguna cláusula que aludiera a la poca implicación que algunos mostrarían cuando viniesen curvas. A veces, lo extradeportivo no se puede firmar.
Aún con todo, hay tres pilares a los que aferrarse para revertir esta situación: capacidad de reacción, tiempo y dinero. De la primera no tengo dudas, ya que se han ganado a pulso durante estos años nuestra confianza. La segunda juega en nuestra contra a cada segundo que pasa, y la tercera, es la que más dudas y preocupación me deja. Y es que esta directiva aún está lejos de ser la mejor comisión deportiva de la historia del club, pero con trabajo, autocrítica y humildad, es muy probable que pronto puedan llegar a serlo.
Y aunque por momentos nos invada esa sensación de confusión, de que el pasado y el futuro se aúnan en un único tiempo, haciéndonos creer que podemos viajar a través de él -como en la famosa serie de ficción- y sentir las mismas sensaciones que ya sufrimos: no, el final no es el principio, ni el principio es el final. El único final es el de la primera vuelta del campeonato que murió con el pitido final en el Heliodoro, y el único principio es el de una segunda vuelta entera que nace, con sus veintiuna semanas por delante, para conseguir un objetivo que ni mucho menos es disparatado ni imposible.