El sufrimiento, el dulce sufrimiento en blanco y negro hacia la gloria prometida

Esta ecléctica manifestación deportiva puede resultar tremendamente trivial-tribal en el contexto actual, sí.

Una banal vía de escape sin valor moral alguno, absolutamente. ¿Y si se tratase, quizá de un intento
(¿consumado?) de proyección de los propios logros y cagadas vitales? Al fin y al cabo los clubes de fútbol no son ahora más que empresas, sociedades, negocios.

Sin embargo, un ascenso del Efesé traspasa las barreras deportivas. Esto sólo lo podemos comprender, los que no tenemos «equipo de primera», los que queremos al Cartagena como a un descarriado hijo único con evidentes dificultades adaptativas. Se me antoja, pues, la noche del 20 de julio de 2020, una escenificación del triunfo máximo de la voluntad tras décadas de debacles deportivas, administrativas, económicas, anímicas…¿Cuántas veces hemos sido despeñados allí donde jamás van a encontrar el cuerpo?

Y así, el ascenso sólo se podía producir en las circunstancias más caóticas, pues el Efesé jamás va a triunfar o promocionar bajo condiciones benignas y fáciles. Ha sido necesario, además de morder el polvo hasta casi formar parte de él, mirar cara a cara de nuevo al todo y la nada del abismo (por algo vestimos blanco y negro) de la quincuagésima extinción como entidad; un escenario de pandemia brutal mundial, capaz de pasarse los grandes pilares económicos que nos rigen por el forro de la membrana lipídica, capaz de devolver al humano a su vulnerable e innato estatus de fragilidad absoluta, esa que tanto incomoda a algunos que pretenden combatirla cacerola en mano.

Todo un patio de colegio en una maqueta de Subbuteo a lo grande en un mundo post-apocalíptico de butacas vacías.

Para que no quede ápice alguno de evasión masoquista por esnifar, la ejecución de la obra ha de ser visionada hasta el último milisegundo, allí donde emerge el héroe cancerbero y no el delantero. Esta vez la solitaria figura de los tres palos, generalmente vilipendiada y rociada de culpa en la derrota, la que comete los errores más visibles, risibles e imperdonables, se erige en líder vencedor de la batalla final, tras guerra de guerrillas y desgaste.

Vaya, si yo pudiese volver atrás… Querría recuperar mis reflejos (y revertir la galopante miopía aún vigente) y ser aquel inalcanzable Arconada de los cromos o, mejor aún, nuestros Paco López o Luis
Raudona, mis auténticos héroes voladores no marvelianos. Pero aquello ya sucumbió en su ciénaga circunstancial.

No hay éxtasis sin auténtico sufrimiento. La trascendencia de los hechos, según Ud. y otros,
probablemente con sensato criterio, es regurgitada una y otra vez por el contexto apocalíptico en que nos hallamos. Para mí, precisamente por esta triste e inédita situación, en un enfrentamiento ante lo
Desconocido que tuvo su pitido inicial cuatro meses atrás ante quien calza botas de tacos letales, la hazaña del siempre lisiado Efesé es sencillamente colosal.

Salta y despiporra ahora mismo, porque cabe la posibilidad de que, tras la erosión implacable del tiempo, el hijo descarriado y pródigo se marche y no sea capaz de volver jamás. Es tu último ascenso, el aprovisionamiento de armas perfecto para una batalla ojalá incesante hacia lo que los supuestos dioses y sus esbirros denominan “Primera División”.

AÚPA EFESÉ!!! ASCENSO A 2ªA (20-07-2020)

José A. García («Sinner»)

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