Todos los ascensos en el mundo del fútbol vienen plagados de anécdotas que se acaban recordando por años. Uno tan deseado, como el del filial del FC Cartagena, no iba a ser menos. Y es que el ariete Josema, que este año había anotado la friolera de 23 goles, se iba al suelo tras una pugna con un rival, tuvo que abandonar el campo en camilla, retirándose al hospital más cercano. El resultado, una fractura del extremo distal radio en su brazo izquierdo.
A los aficionados cartageneros le entraron los nervios. Empezaron los ‘madre mía‘, los ‘otra historia negra del deporte cartagenero‘… Pero esta vez, la suerte (o más bien el trabajo que hay detrás) estuvo de la mano de los albinegros. Igualaron la eliminatoria, forzaron la prórroga, y tuvo que ser un cartagenero, Dani Albiar, el que con un golazo que bien podría aparecer en el Trofeo Puskas, le daba el ascenso a los Icues.
Mientras tanto, Josema vivía el ascenso junto al que iba a ser su fiel compañero, Chema Faraco, fisioterapeuta del club. A ambos les vemos en la foto, aún vestidos con la ‘indumentaria de combate’, no habrían adivinado en la vida dónde les iba a tocar vivir este histórico ascenso del fútbol cartagenero.