Un nuevo escenario, de a poco, ha ido apareciendo en la categoría de bronce del fútbol español, un escenario que está haciendo que varios clubs de los 80 que aglutinan la Segunda B, ofrezcan de forma desmedida cantidades astronómicas por determinados jugadores, convirtiéndose el mercado futbolístico en una auténtica subasta de pujas descomunales.
Burbuja económica: dícese de un fenómeno producido en los mercados caracterizado por una subida desproporcionada o anormal, desorbitada, incontrolada y prolongada del precio de un activo o producto, de tal forma que ese precio se aleja cada vez más del valor real del producto.
Este modelo económico en los últimos años lo ha practicado algún que otro club de fútbol en Segunda B,- con resultados no muy buenos, por cierto,- y parece ser que algunas entidades “lo han copiado”, tomándolo como modelo a seguir en busca de “la gallina de los huevos de oro”, o dicho de otra forma, un hipotético ascenso de categoría para sufragar a posteriori algunos contratos prohibitivos en Segunda B.
La inflación en el mercado de fichajes -en algunos casos “tirando la casa por la ventana”-, está siendo brutal, desmarcándose del buen control financiero que se le debe presuponer a una empresa, sea del tipo que sea, generando situaciones impensables en años pasados donde la crisis financiera afectó profundamente a casi todos los estamentos de nuestra sociedad, incluyendo al mundo del fútbol, aunque este viva en dimensiones económicas alejadas del resto de los mortales en la mayoría de las ocasiones.
Y en esas parece que nos encontramos ahora, en un inflado de precios por conseguir a tal o cual jugador por parte de algunos clubes, que ratifica el titular de este escrito. Y es que servidor empieza a escuchar que para fichar a un jugador hoy en día, aparte de pagarle su sueldo -lo razonable en cualquier trabajo-, se necesitan “sobresueldos” derivados de cláusulas por goles, por partidos jugados, por x partidos seguidos ganados, por jugar playoff, por ascenso de categoría… un dislate vamos.
Los supuestos fondos de inversión que están llegando a esta categoría -habrá que ver que fiabilidad y longevidad alcanzan- han fijado su modus operandi en pujas desproporcionadas para la mayoría de conjuntos de Segunda B, engatusando a algunos futbolistas -los que se dejan engañar por contratos de seis cifras al alza irrechazables pese a lo irracional de los mismos en condiciones “normales» – con salarios inasumibles para la categoría.
“Caramelos”, “golosinas” en forma de fichajes para la afición de esos clubes que no hacen el ejercicio de analizar y ahondar sobre la verdadera realidad en la que se sumerge su equipo si no se logra dar el salto de categoría, endeudando a la entidad a pasos agigantados y sin freno de mano… Y luego pasa lo que pasa.
¿”Explotará” algún club inmerso en esta vorágine de subida continuada de precios propiciada por la burbuja económica de los últimos tiempos? Yo espero y deseo que el FC Cartagena no caiga en la red de esos clubs que parecen “jugar su última carta” apostando fuerte por supuestos jugadores de calidad excelsa que te acerquen más a dar el salto de categoría -eso no te lo asegura nadie, ni ningún jugador-, y que el equipo cartagenero sepa ceñirse al presupuesto real que disponga de los réditos que se obtiene de la campaña de abonos y aportaciones económicas derivadas de publicidad y empresas que se suman al proyecto albinegro año tras año.
Luego aparecen las bancarrotas, los impagos de x mensualidades, las lamentaciones de todo el mundo, y finalmente los SOS. Que se ajusten a un presupuesto real, ya que así ficharía cualquier club ¡Que veo al lobo feroz venir antes de empezar! Que luego no se me queje nadie.