No pasa nada, es sólo fútbol; me dicen aquellos que no entienden que para mí el fútbol, el Efesé, es algo más que sólo fútbol.
No pasa nada, es sólo fútbol; me dicen aquellos que no saben lo que es irse a la cama con hormiguitas en el estómago durante toda una semana, no pegar ojo durante siete eternos días y levantarse ya el día de un partido tan trascendental como el de ayer con los nervios a flor de piel, sin ganas de desayunar, sin parar de moverte de un lado a otro de la casa sin sentido, sin ganas de otra cosa que no sea ver jugar a tu Efesé en el partido más importante del último lustro.
No pasa nada, es sólo fútbol; dicen aquellos que no entienden que el Efesé no es solamente un equipo de fútbol, aquellos que no comprenden que el Efesé es también un modo de vida, un motivo más para despertar cada mañana, una motivación y un sinfín de emociones (a veces encontradas) que me dan la vida.
No pasa nada, es sólo fútbol; me dicen aquellos que no entienden cómo es posible que sea capaz de lanzar mi teléfono contra el suelo cuando mi Efesé recibe un gol en el minuto 97 de un partido y hacerlo carbonato.
No pasa nada, es sólo fútbol; me dicen los que no entienden que, mientras ellos ven por televisión las celebraciones por la enésima Champions del Real Madrid, yo esté en el salón, sólo, sin ganas de nada, escuchando música triste y sin parar de tragar saliva pensando en cómo había sido posible que el destino se hubiera ensañado una vez más de manera tan vil, con premeditación y alevosía contra los intereses de mi Efesé y de su maltratada afición que sólo esperaba una alegría, ¡una puta alegría por Dios!, ¿tan difícil es?.
No pasa nada, es sólo fútbol; me dicen aquellos que no comprenden por qué ayer no comí, por qué me costó la misma vida ir a jugar por la tarde con mi hijo con una sonrisa y por qué, cuando llegó la noche tampoco tenía ganas de cenar.
No pasa nada, es sólo fútbol, mañana se te pasa; me decía yo a mi mismo. Pues bien, hoy es mañana y aquí sigo, destrozado, sin entender aún cómo ha podido ocurrir. Sin comprender por qué el destino se ha ensañado de esta forma con nosotros, ¿qué hemos hecho mal?
Pero la vida sigue, hay que estar ahí con buena cara para la familia, en el trabajo, etc. Seguiré siendo ese tipo raro, ese apasionado del Efesé, ese al que en el trabajo le digan cada semana “¿Acho, cuándo juega el Cartagena esta semana?”, “¿Cómo quedó ayer el Cartagena?”, “Qué iluso eres macho, si van a perder como siempre”…
Hoy, aún con dolor, creo que el destino nos tiene preparado algo más grande. Ayer no era nuestro momento, por lo que sea este Cartagena no nos lo quiere poner fácil, nos quiere hacer disfrutar y a la vez nos quiere hacer sufrir otras cuatro semanas más. No sé a vosotros pero a mi nada ni nadie va a conseguir quitarme la ilusión, no van a conseguir que deje de emocionarme, que desaparezcan esas hormiguitas, esos nervios que, por otra parte, me dan la vida.
Pero no os preocupéis por mí, estoy bien… es sólo fútbol.