En el descanso del Cartagena-Mirandés me sentí confuso. La verdad es que no sabía qué estaba viendo. Por un momento, parecía que ante mis ojos se repetía el combate entre Dustin Poirier y Conor McGregor del fin de semana en UFC. El final me había sonado mucho y, en los dos casos, apoyaba al perdedor.
El resultado del combate fue sorprendente: el primer nocaut de la carrera del mediático McGregor. Nadie se lo podía imaginar, pero lo del Cartagena… Bueno, ya es lo normal. El conjunto albinegro besó la lona por duodécima vez esta temporada y se fue a la cama en penúltimo, solo por delante de un Albacete que para nuestra desgracia, está empezando a resurgir.
Todos esperábamos a un Cartagena combativo: entrenador nuevo, 15 días para recargar pilas y nuevas incorporaciones… Parecía suficiente para ser optimista. Nada más lejos de la realidad. Tras 45 minutos nefastos, el Cartagena iba 0-2. Y gracias.
El equipo flaqueó en muchas cosas. Y es verdad que en 15 días no podemos pedirle más al nuevo entrenador. Pero lo que vimos en el Cartagonova, ya lo hemos visto muchas más veces esta temporada. Creo que se ha constatado que no es una cuestión de entrenadores. Ni Borjas, ni Pepes, ni Luises. Es cuestión de jugadores: no hay concentración, repetición de esfuerzos, ni ningún tipo de muestra de coraje ante esta lastimosa situación. Solo hay dos o tres futbolistas que corren sin parar (en vano, porque el resto del equipo no acompaña) y que están claramente frustrados. Son los casos de Elady o Gallar, que por más que lo intentan no pueden generar peligro ante defensas sólidas, bien plantadas y que reciben apoyos cuando tienen que recibirlos.
Y qué decir de Rubén Castro… ¡No recibe un balón!
Es una absoluta isla en la punta de ataque a la que tampoco le puedes pedir un esfuerzo físico descomunal con 39 años. La que tenga la va a enchufar, el problema es que no le dan un balón medio en traza desde el mes de noviembre.
Con esto no pretendo desestabilizar al equipo, si no radiografiar una realidad que es evidente para todos. Hay mucho trabajo que hacer. Luis Carrión afirmó que sabía como hacerle daño al Mirandés, pero lo cierto es que en ningún momento eso se demostró en el juego.
Solo podemos aferrarnos a pequeños halos de esperanza, los de ayer, Datkovic y De Blasis. El argentino jugó bien en la segunda parte y, una vez recupere el ritmo, puede ser determinante para el equipo. El croata por su parte, fue el mejor de la defensa, aunque el listón no estuvo muy alto.
Quedan 20 jornadas, muchísimos puntos en juego y el mercado aún no se ha cerrado. Estamos vivos. Y tirando de clichés, lo más importante no es cuántas veces nos caigamos, si no las veces que seamos capaces de levantarnos.
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