Hay pocas cosas tan emocionantes como vivir la explosión de júbilo de un estadio de fútbol con un gol de su equipo. No creo que sea yo el único al que se le humedecen los ojos cada vez que ruge el estadio con un gol del Cartagena. Ahí hay, o debe haber, alguna conjugación química, entre el cerebro y el resto del cuerpo para hacerte vibrar cuando tu equipo consigue anotar. 13 veces he sentido esta temporada eso en el Cartagonova pero…cuánto hace que no siento eso, o sentimos.
Pues en concreto desde el 27 de noviembre, en la victoria ante el Eibar. Desde entonces, 3 partidos más en casa sin cantar ni un solo gol. Pero esa sequía también se ha contagiado para los partidos fuera de casa. Desde el gol y la victoria en Andorra, cinco encuentros consecutivos sin ver puerta, ni dentro ni fuera, ni en casa ni de visitantes.
Así pues, tenemos un problema. Ya no es solo el gol, son las sensaciones. Recuerdo los primeros partidos de esta temporada en casa. El Cartagena arrollaba a los rivales, mordía arriba, presionaba, robaba….y marcaba. Desarbolaba a los rivales desde la presión y la intensidad.
Pero algunos pensábamos que se había confeccionado una plantilla corta, y que con el paso de las jornadas se iba a sufrir, teniendo en cuenta la edad de la sala de máquinas de Carrión; Musto, 35 años, Mikel Rico, 38, y Pablo de Blasis 34 años. Y en un equipo que muerde, o mordía. Se podía pensar que iban a fundirse…y esa sensación da ahora mismo.
Espero que la comisión deportiva sea capaz de darle al equipo algo de energía para lo que queda de esta segunda vuelta, y sobre todo jugadores que nos hagan, de nuevo, sentir la explosión de alegría de celebrar un gol. Ya nos da igual que sea en casa que fuera.