Foto: Andy Céspedes / FC CARTAGENA – Rubén Castro, celebrando uno de sus dos tantos ayer, ante el Málaga.
Ayer por la tarde leía acerca de la volatilidad que tienen todas la situaciones en esta época actual; todo pasa muy rápido, todo cambia en cuestión de segundos y nos olvidamos con facilidad, todo son estados momentáneos; relaciones personales, eventos internacionales, catástrofes… Vivimos en la generación del ya y ahora. Rápidamente se me vienen a la cabeza acontecimientos realmente recientes, como la toma de Afganistán por parte de talibanes, con todas las muertes y escenas trágicas que nos llegó al resto del mundo en esos primeros días, la serie «El juego del calamar», que fue la sensación del momento durante unos días y apenas unas semanas después ya es algo que está totalmente quemado o la erupción volcánica de La Palma, donde fuimos bombardeados durante días con un extenso seguimiento en todos los medios y, a pesar de que su actividad aún sigue, parece que ya la tragedia acabó, ya que ahora hay nuevos temas más frescos de los que hablar.
Un par de horas después de pensar sobre esto fui al Cartagonova, a ver a mi Efesé en mi butaca, aún agradecido por continuar en Segunda División y viendo cómo Rubén Castro sigue anotando goles como si esto de la volatilidad del tiempo no fuese con él. El ariete viste la elástica albinegra, ya por segunda campaña, y, al contrario de lo que comentamos que ocurre en la actualidad con todo, creo que es realmente positivo y destacable cómo la afición cartagenera está sabiendo valorar y disfrutar cada minuto que el canario, uno de los mejores delanteros de la historia reciente del fútbol español, sigue defendiendo los intereses del FC Cartagena. Sabemos que estamos viviendo momentos de historia, de los que hablaremos dentro de 10, 20 años, como ahora recordamos a Víctor o Toché en aquella dulce anterior etapa en Segunda División.
Rubén Castro ya es, sin duda, el jugador más relevante que ha vestido la camiseta de este club. Su recorrido en el fútbol español, el hecho de que parece que bate un récord nuevo cada mes (ayer se colocó como el jugador con más dobletes en Segunda División, con 32, igualando a Abel, que lo logró en los años 60 defendiendo la camiseta de Celta o Racing, entre otros) o todo lo que se mueve alrededor de él y hace expandirse la reputación del Efesé, para prueba la cantidad de medios nacionales que se hacen eco de sus goles. A pesar de su edad, de su trayectoria y de que sus mejores años ya deberían haber pasado, el canario sigue ilusionado, comprometido y motivado como el que más, y se le nota, a pesar de no ser la persona más expresiva del mundo, pero esa sonrisa picarona en cada gol anotado, esas declaraciones ayer en rueda de prensa donde incluso él mismo señalaba que quiere ser el máximo goleador del club en Segunda División o el hecho de que, en este año y medio, ni se le conoce ninguna lesión, ni se ha perdido ningún entrenamiento por un simple resfriado, ni un sólo partido. Por no hablar de de su insultante capacidad de cara a puerta, pues de sus últimos 17 intentos de disparo, 9 han acabado en gol, un 53% de acierto por tiro.
El legado de RC7 en Cartagena seguirá hasta que él quiera, pues nadie en su sano juicio se atrevería a pronosticar que su carrera esté cercana a su fin, pues incluso sin estar en un equipo de primera línea de la categoría, lleva 2 años peleando de tú a tú por el pichichi con jugadores de la talla de Raúl de Tomas, Umar Sadiq o Weissman, jugadores que se encuentran en el mejor momento de su carrera. El Cartagena de Carrión tiene lo que posiblemente sea más difícil encontrar en el fútbol, un 9 con calidad, continuidad y profesionalidad.