Llevo bastante tiempo sin escribir nada acerca del FC Cartagena, estoy inmerso en una etapa bastante estresante laboral y personalmente hablando y, por lo tanto, con pocas ganas para sentarme delante del ordenador a escribir. Pero como aquí todo el mundo dice lo que le viene en gana, yo no voy a ser menos.
Parece que el resultado del pasado domingo ante el Betis Deportivo ha sentado como una patada en los mismísimos y ha hecho que la balsa de aceite que era todo lo relacionado con el Efesé hasta ahora ya no sea tan plácida como venía siendo, se atisban algunas pequeñas grietas en el barco albinegro en el que todos, (recordemos, «todos»), navegamos; pequeñas grietas que no me gustan ni un pelo por lo que pueden llegar a desencadenar.
Considero de vital importancia que siga imperando el ambiente de cordialidad y de colaboración mutua que ha existido hasta ahora entre el triunvirato formado por prensa, club y afición. Un ambiente de cordialidad que sin duda es mucho más propicio para el correcto desempeño de las funciones que cada parte tiene encomendadas en su vértice del triángulo anteriormente mencionado.
Es una obviedad que algo no está funcionando correctamente en el plano méramente deportivo dentro del equipo, la imagen ofrecida por el Cartagena ante rivales -a priori- inferiores no ha sido buena y eso nadie me lo puede discutir porque es una verdad objetiva. Estamos de acuerdo, no ha sido sólo un partido, ya van unos cuantos, curiosamente todos ante rivales a los que podríamos denominar “poco motivadores”. Eso me da pie, cuanto menos, a poder poner en duda el temperamento y el compromiso de este grupo de jugadores. También es una obviedad que el FC Cartagena saltó el pasado domingo al terreno de juego con nada menos que nueve bajas y eso, señoras y señores, en cualquier equipo del mundo mundial se tiene que notar, por muy Cartagena que seamos.
Si estamos hablando de obviedades, nadie podrá decir que no es raro que un equipo afronte una jornada de liga con nueve bajas, ya sea por lesión, por sanción o por cualquier otra circunstancia.
Obviedad también es que la afición, ya sea por hacerse la simpática y seguir al gracioso de turno que le decía “calvo de mierda” al míster, o por la razón que sea, cada vez tiene menos paciencia con un entrenador cuyos números (llamadme pelota, palmero, o asqueroso) no dejan de ser buenos -tirando a muy buenos-, y (ahora llamadme oportunista) tiene al equipo en primera posición en un grupo en el que, estoy de acuerdo, podríamos ir mucho más destacados si se hubieran ganado esos partidos ante rivales de la parte baja de la tabla a los que parece que todo el mundo gana excepto el Cartagena, lo cual seguro que ya están estudiando en el club y muy preocupados por ello, no vamos a descubrir la pólvora nosotros. Pero no es menos cierto que el equipo ha dado sensación de solvencia y solidez ante los rivales más exigentes del grupo y eso, señoras y señores, me da tranquilidad en cuanto al rendimiento que puede dar esta plantilla (cuando a ellos les sale de los mismísimos jugar, correr y sacrificarse, claro está).
Yo sinceramente no creo que sea bueno que se pida la cabeza del entrenador estando el equipo líder. Tampoco creo que sea bueno que haya piques absurdos entre los medios de comunicación de la ciudad por ver quién la tiene más grande. En cuanto al ambiente de la afición en el Cartagonova, no creo que ayude para nada los insultos al míster ni los murmullos al equipo, sino más bien todo lo contrario. También sé que a vosotros os chupa un huevo lo que yo crea o deje de creer, pero esta es mi opinión y creo que estoy en mi derecho de exponerla. En el fútbol, como en la vida, está casi todo inventado, tiramos mucho de hemeroteca, de frases hechas; vivimos de momentos, de ciclos, de modas y todas esas cosas. Pero en el fútbol, como en la vida, sin esfuerzo no hay recompensa y sin sacrificio no hay mejora. Y esto nos lo deberíamos de plantear todos alguna vez en la vida, yo el primero. Mirarnos a nuestro ombligo antes de criticar el del vecino para intentar, de este modo, ser cada día mejores en el papel que a cada uno nos ha tocado jugar en cuanto al FC Cartagena se refiere.
Un punto que no debemos olvidar es que esto no es más que un deporte, un juego que no debe hacernos perder el norte, ni perder amigos, ni volvernos locos. Que a algunos por el hecho de hablar en la radio, de escribir en un periódico, una web, un blog o tener muchos seguidores en una red social, se nos pueden subir los humos más de la cuenta y creernos más que otra persona, lo cual jamás debería suceder.
No soy un aficionado ruidoso, no soy de los que se deja la garganta en cada partido, soy más bien de esos aficionados tranquilos que va a ver el fútbol, de esos que alguno llama «comepipas», de esos que van a ver un partido de fútbol sin emborracharse y sin insultar al árbitro, si siquiera a ningún jugador del equipo rival, ni del mío propio, un tipo raro, ya véis. Pero no por eso me considero peor aficionado que cualquier otro que sí haga todo lo anterior porque «el fútbol es así». Sufro con el Cartagena tanto o más que cualquiera de los que se dan golpes en el pecho y hablan de que están ya hartos en nombre de «la afición». Yo jamás he pitado a mi equipo, jamás he pedido la cabeza de mi entrenador, por muy mal que haya jugado el equipo y creo soy tan parte de «la afición» como el que más como para que alguien hable de la afición en mi nombre.
Todos nos hemos equivocado alguna vez en nuestro trabajo, en la educación que impartimos a nuestros hijos, hemos hecho algo de los que nos hemos arrepentido con nuestra pareja y hemos fallado en mil situaciones que se nos pueden presentar en la vida. Recapacitemos un poquito sobre eso. Tengamos empatía, pongámonos en el lugar de los demás y pensemos si a nosotros nos gustaría que en nuestro trabajo estén esperando al más mínimo fallo para darnos un hachazo, trabajaríamos con más tensión, ¿verdad?
Sólo desde la humildad por parte de todos podremos lograr grandes metas, no somos ni de lejos la mejor afición, ni por supuesto la mejor prensa, ni el club con más historia y mejor palmarés. Somos el Cartagena, un modesto club de Segunda B que por fortuna está saneado y parte con una gran ventaja pero nada más, hasta que no admitamos eso nos va a costar salir de donde estamos.