Siete jornadas sin ganar lleva el FC Cartagena. Siete jornadas que podrían haber sido más de no ser por las victorias agónicas que logró cosechar el equipo ante el Éibar y el Andorra, jornadas estas en las que ya se atisbaba un bajón bastante considerable en el juego del equipo. Hubo algunos partidos medio decentes por medio en los que el equipo mereció más y no lo consiguió, pocos pero los hubo, pero como tónica general, el equipo ya comenzó a dar síntomas de crisis en las jornadas 13 y 14, primero ante un Granada que no carburaba fuera de casa y logró salir vivo del Cartagonova, y después ante un Málaga, que venía colista y, a pesar de ir con un jugador menos durante un buen tramo de partido, se sufrió para poder sacar los tres puntos y acabamos pidiendo la hora.
Pero los resultados acompañaban y el problema no parecía ser tan problema. Después de aquella jornada 14 se logró empatar en casa de un Lugo que también coqueteaba con la zona baja y después se perdió contra el Mirandés. Ya luego llegaron las mencionadas dos victorias consecutivas (de aquella manera, pero victorias) ante Éibar y Andorra, que colocaban al Cartagena con un buen colchón de puntos, en zona de ascenso y próximos al ecuador de la temporada. Todo parecía ir de maravilla; jornada 18 y el Cartagena era quinto a 3 puntos del líder.
Tras el partido de Andorra, en el que los de Sarabia nos dieron un baño de juego y ocasiones descomunal, el Cartagena no ha vuelto levantar cabeza, ni en lo que a juego se refiere, ni en resultados. El equipo se ha caído, pero se ha caído de una manera preocupante. Todos lo estamos, los aficionados somos los que más lo exteriorizamos, pero estoy seguro de que, tanto Luis Carrión, como la comisión deportiva y la misma plantilla están en un brete, atenazados y hasta perdidos, sin saber muy bien cómo salir de este embrollo en el que se han metido.
Pinta muy mal la cosa, es cierto, porque las sensaciones que transmite el equipo sobre el terreno de juego son preocupantes, pero lo bueno, a lo que todos nos queremos agarrar, es que queda mucho tiempo para tratar de enmendar la situación. Ayer contra el Ibiza se acabó al menos con la sequía goleadora que ya duraba seis partidos, pero el equipo, que tiene la moral muy débil, no supo conservar una ventaja de dos goles y se dejó remontar ante un rival que, a priori, debería estar más presionado y acongojado que el nuestro por la situación que ocupa en la tabla clasificatoria. Nada más lejos de la realidad, como en los últimos partidos, en el día de ayer el Cartagena tampoco fue superior a su oponente y lo acabó pagando en el marcador.
Tengo todavía motivos para creer en que se sacará adelante la situación, pero no estoy del todo tranquilo. Han llegado nuevas caras al equipo, algunas me convencen más que otras, tengo que decirlo, y todavía creo que debería de llegar alguna pieza más a una plantilla a la que cada día que pasa veo más débil. Me falta gol, me falta desparpajo y picardía en la zona alta y me falta, sobre todo, un entrenador valiente, ECHO DE MENOS AL CARRIÓN VALIENTE, lo digo en voz alta, este Carrión que tenemos en la actualidad es una versión rácana y comedida del Carrión que llegó a Cartagena hace ya dos años. Creo que si va a tener que morir -y si los resultados no llegan pronto, morirá-, debería hacerlo siendo fiel a su filosofía y ser VALIENTE. Lo de salir ayer en casa del colista con un sistema de 5 defensores fue un claro termómetro de que el entrenador tiene miedo y eso que planteas en la pizarra antes de empezar un partido es lo que le transmites a tus jugadores. El resultado, lo sabemos todos.
En esto del fútbol, como en política, los entrenadores y directivos siempre se pueden aferrar a la demagogia, a las frases hechas y a los tópicos futbolísticos para salirse por la tangente y acabar por no responder a las preguntas que se le hacen. Llevo ya unos cuantos meses escuchando la misma rueda de prensa del míster, las mismas respuestas, las mismas salidas, siempre es lo mismo. No dudo que de puertas para adentro pueda ser harina de otro costal y les ponga las pilas a sus jugadores, que le lea la cartilla al que corresponda y demás, pero la sensación que me da es que de cara al exterior quiere mostrar un mundo idílico de amor, paz y armonía que hoy en día no existen. Están todos acongojados y hay que revertir eso ya mismo.
Hablando de tópicos, decía que tengo motivos para creer porque este equipo, con este entrenador, ha jugado muy bien al fútbol no hace mucho, también lo creo porque me ilusiona el fichaje de Pepe, por ejemplo, aunque tengo serias dudas sobre las otras cinco incorporaciones. Son todo interrogantes que esperemos que salgan bien, ojalá, pero a mi es que lo de lanzar una moneda al aire y esperar a ver lo que sale me parece una jugada bastante arriesgada tal y como está la situación. Los que han llegado son una incógnita hoy por hoy y, con los que que ya estaban creo (y puede parecer ventajista decir esto ahora) que no se ha sabido gestionar bien el vestuario y tienes jugadores en esa plantilla que a día de hoy no se les puede llamar ni futbolistas, por la falta de minutos, de motivación, o sencillamente porque ya eran ex-futbolistas cuando llegaron, en ese caso el problema no estaría en el banquillo sino unas cuantas butacas más arriba.
Dicho todo esto, el mercado se cierra mañana y a partir de ese momento la plantilla que hay será nuestra plantilla hasta el final de temporada y con ella tenemos que estar a muerte. Como pasa con los hijos, te den más disgustos o menos, les tienes que querer; les echas broncas y les dices lo que crees que es mejor para ellos, pero les quieres con toda tu alma.
Han editado recientemente un temazo los chicos de Arde Bogotá, “Los Perros” se llama, que sirve de adelanto de lo que será su esperado segundo álbum, en el que se repite hasta la saciedad la frase “Valor, amor y cicatriz”. Y eso, señoras y señores, es lo que nos queda. Así como en el clásico del Hollywood “El Mago de Oz” el Espantapájaros pedía un cerebro, el Hombre de Hojalata pedía un corazón y el León pedía valor, nuestros adorados Arde Bogotá nos guían por el camino de baldosas amarillas para encontrar “Valor, amor y cicatriz” que, al igual que sucedía en el Mago de Oz están ya dentro de todos nosotros y de nuestros jugadores, sólo hay que creer que los tenemos y sacarlos a relucir.
- Pido valor para Luis Carrión, para que sea ese entrenador con el que nos divertíamos viendo fútbol (aunque a veces nos golearan, pero nos divertíamos).
- Pido amor para nosotros, la afición, para que desinteresadamente lo demos todo para intentar animar a nuestro equipo y que sientan nuestro rugido (como dice el himno) y que estamos con ellos a pesar de los pesares.
- Pido cicatriz para la plantilla; que se olviden de rachas, que se olviden de todo lo que ha sucedido hasta ahora. El martes se cierra el mercado y empieza una nueva liga, con una nueva plantilla y una nueva oportunidad para volver a ilusionar y a demostrar de una vez por todas lo que todos y cada uno de ellos, aún sin saberlo, llevan dentro.