Francisco Atanasio Hernández | 13-2-2019
Por fin, ya tenemos marcador electrónico en El Secante. Ciertamente no es un aparato de última generación, pero es mejor esto que nada, y tenemos que celebrar que se haya instalado con tanta celeridad después de la última reclamación a coro por parte de los aficionados alumbreños el pasado domingo 3 de febrero, con cuya iniciativa colaboraron en darle el último empujoncito.
Es triste reconocerlo sí, pero nuestros políticos y algunos de los que los rodean solo conocen un lenguaje, el de la protesta colectiva, sólo cuando la sociedad se queja airadamente responden, porque saben lo que les va en juego.
Es muy triste, aunque muy aleccionador, recordar que desde que la SFC Minerva hizo su aparición en el mapa deportivo de Alumbres allá por el 2012, son muchas y muy duras las batallas que se han tenido que librar con los poderes públicos y sus servidores, para conseguir que se avance en su reconocimiento y en la mejora de las instalaciones deportivas de nuestro pueblo.
En el recuerdo queda el intento prepotente del gestor de las instalaciones de 2012, Sr. Reverte, de cobrarnos por la utilización de las instalaciones deportivas.
Desde entonces a la actualidad disponemos de una caseta donde guardar nuestro vestuario, y otros útiles necesarios para el digno desarrollo de nuestra actividad deportiva.
Hace unos meses que se han atendido algunas de las pequeñas reivindicaciones del Club, como es el reconocimiento explícito de la existencia de la SFC Minerva mediante un cartel en la puerta de entrada al Secante, y nuestro logotipo en los acolchados de los cañones de riego junto al resto de clubes que utilizan las instalaciones.
Siempre lo he dicho, cuando se consiguen mejoras no se puede bajar la guardia, porque tras la relajación aparece el abandono y el ninguneo institucional y público.
Hace años que pedimos que mejoren la iluminación del terreno de juego porque hasta para el entrenamiento es deficiente, y no voy a parar de recordarlo hasta que lo vea hecho realidad.
Igual sucede con el monolito, que un grupo de vándalos, al parecer bien protegidos, desmanteló en el verano de 2016 (la aparición de la pelota demuestra que los autores no están muy lejos de aquí), y cuya restauración vengo reclamando desde entonces con nulo resultado, y es que, desgraciadamente es un tema sentimental que parece que a nadie del pueblo le interesa nada más que a mí, pero voy a estar recordándolo mientras me queden fuerzas para ello.
El verano pasado instalaron asientos en la mayor parte de las gradas, pero quedó incompleto, no sé si tendremos que esperar hasta que sobren otro puñado de asientos en alguna otra instalación deportiva de la zona para completar nuestras gradas.